Los niños que de pequeños tenían problemas para seguir nomas y límites, cuando crecen y se convierten en adolescentes tienden a llevar a los padres al límite. Estos adolescentes que crecen en valentía y también aumenta su fuerza, hacen que los padres pierdan toda su confianza en mantener las normas familiares, y van retrocediendo por temor a sus hijos hasta que pierden todo el respeto y poder que antaño tuvieron.
Hay muchos jóvenes también, que crecieron siguiendo las normas que sus padres y mayores les impusieron, y de repente, parecen transformarse convirtiéndose en adolescentes furiosos y frustrados. A muchos de estos niños les cuesta encajar y adaptarse a los cambios sociales de su grupo de referencia.
En ocasiones los padres, no les dan ese apoyo incondicional que necesitan para mantener su completa autoestima, explotan y dirigen su rabia y frustración contra su familia, y la cargan de odio como únicos responsables de todos sus fracasos…
Es necesario trabajar a nivel individual y familiar para permitir al núcleo familiar volver a conectar con su historia, y rehacer los lazos familiares que por las circunstancias que fueron, se rasgaron.
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